Un mundo sin sistema penal
Louk
Hulsman, holandés, 83 años experto en derecho penal, defiende el abolicionismo
en las cárceles. No habla de crímenes o delitos. Me refiero a que no usa esas
palabras. Ridiculizar las prohibiciones ridículas por parte del Estado y la
toma de conciencia al respecto, son -según su criterio- una estrategia personal
para combatirlas. No hay mas propuestas: “Yo no soy el Estado”. Y sonríe con la
libertad de quien puede decir lo que piensa ¿Qué le podría pasar?
El
razonamiento de Louk Hulsman es simple y lo grafica: En Holanda, cada año se
hace un relevamiento que da cuenta que 4,5 millones de personas fueron
“víctimas” de algún acto punible. Sin embargo, sólo 1,5 millones de esas
personas acuden a la policía. En unos 100 mil casos se encuentran los
“autores”, y sólo 10 mil llegan a una fiscalía.
Pongámoslo
así: si todos los delitos fueran a parar al sistema penal, éste colapsaría. Si
en cambio, las tres cuartas partes se resuelven por fuera del mismo: ¿Para qué
sirve el sistema penal? ¿Por qué todos miramos allí, en lugar de prestar
atención al modo en que se resolvieron la mayoría de los conflictos?
En
sintonía, la cifra “negra” del delito en nuestro país ronda el 70%. Y el resto,
de algún modo se resuelve: allí hay que poner la mirada, pregona insistente
Louk.
En
una tarde calurosa de martes este señor de enorme sonrisa, compartió una charla
informal en el patio de la sede de la ONG El Agora en Córdoba.
Allí
expuso un ejemplo que está en su libro (como no lo leí ni tampoco grabé a
Hulsman, al menos reproduzco la idea). Cinco jóvenes conviven en un
departamento: uno tira el televisor por la escalera. Uno de sus compañeros
propone que “repare” el daño y que compre un tele nuevo. Otro, presume que está
loco y propone que reciba atención médica. Otro, quiere que vaya preso y, otro
indica que probablemente, nunca se hayan preocupado por hablar con él y que
quizás tenga un problema que desconocen.
Hay
muchas formas de resolver el conflicto: “Hay que ver en cada situación quién o quiénes
son los damnificados y les aseguro que no en todos los casos quien sufrió un
robo, un golpe, etcétera; quiere que el autor vaya preso”. Hay muchos
mecanismos reparadores, asegura (Hulsman fue uno de los impulsores de la
probation en Holanda).
La
semana pasada estuvo en el Congreso Nacional para espanto de los impulsores de
la mano dura. Seguro no habrán dormido luego de escuchar que hay que terminar
con las cárceles y con palabras como delito.
Cuando
un incauto se acerca esperando alguna propuesta ante tamaño planteo
revolucionario -¿Cómo imaginar un mundo sin cárceles?- tarda un tiempo en darse
cuenta que el secreto de sus propuesta es la toma de conciencia.
Por
eso, Hulsman no se inmuta, ni suspira profundo; sí tiene que explicar una y
otra vez, cómo surge esta construcción de poder que es el sistema penal. Las
prohibiciones tienen que ver.
Repasa
la historia de cómo se federaliza y luego desfederaliza la prohibición del
alcohol en los Estados Unidos, para luego crear una policía federal especial
para prohibir la producción y consumo de drogas (la DEA) que -a su vez- da
lugar a tratados que internacionalizan estas prohibiciones…
Ya
se dijo más de una vez: prohibir genera un mercado negro. El mercado negro de
las drogas por ejemplo, genera un mercado negro de dinero que a su vez debe
crear otro mercado negro para lavar ese dinero y así, no hay sistema penal que
burocráticamente pueda soportar y resolver todos estos conflictos. Además,
tampoco puede resolver la violencia interna dentro de esos mercados.
Una
estrategia de resistencia: burlarnos de las ideas que proponen prohibir todo.
En la charla de ayer, Hulsman sugirió que podría prohibirse la gaseosa o el
chocolate y todo reímos. “Así se deben haber reído hace 80 años cuando alguien
propuso que el Estado prohibiera los opiáceos”, graficó.
Y
nos quedamos pensando.
¿Cuál
es la racionalidad detrás de cada prohibición?, se pregunta y afirma que
"lo que una sustancia hace con una persona, no lo hace con otra. Cada cual
debe elegir desde el nacimiento. El riesgo no está en las sustancia sino en el
uso”.
¿Es
prohibir la tarea del Estado? "A este ritmo no se podrá fumar, los gordos
no podrán comer mucho, los flacos deberán comer más. Todo por ley. Como los
autos, deberíamos ir a una especie de ITV (Inspección Técnica Vehicular) y
cuando se detecte que violamos la norma dos o tres veces: habrá que
institucionalizarnos". Reímos otra vez. Pero, pensamos más y deja de ser
gracioso.
Estas
concepciones parten de fundamentos de las Iglesias: judíos, musulmanes, islámicos.
Pero nunca deberían surgir de un Estado secular. Opina el holandés.
Muchos
profesionales juegan un rol fundamental en esto de decidir qué beber, comer,
fumar, consumir: psicólogos, psiquiátras, médicos, farmacéuticos.
Hulsman
aseguró que existe gente que piensa como él, sólo que no está en condiciones de
decirlo ya que reciben del Estado sus salarios o dinero para investigaciones.
Pero hay un cambio incipiente. En el 2008,
la ONU empieza discutir la política sobre drogas. “Hay grupos en el
parlamento europeo en contra de las actuales políticas en esa materia”.
Louk,
se crió en el marco de una educación muy católica
¿Qué
le quedó de allí?
-Bueno
cierta rebeldía. Uno de los libros que estaba prohibido leer era la Biblia sin
supervisión de un eclesiástico. Me conseguí una y la leí.
Sufrió
en el seminario, se sentía aislado del resto y aprendió a sobrevivir en
soledad, dejó de tener miedo a no pertenecer. Y sigue sin tener miedo.
En
la segunda posguerra, fue parte del Ministerio de Defensa en el departamento
Jurídico. “Yo decidía quién debía recibir libertad condicional, resolver
pedidos de gracias, etc” ¿Adivinen qué hacía? “Siempre pude cambiar algo desde
adentro. Siempre se puede”.
En
una reciente entrevista concedida a Página 12, Hulsman consideró
"necesario, para avanzar hacia el abolicionismo que propicia, que la tarea
comience en la Universidad. "Del mismo modo que existen movimientos contra
la discriminación racial o contra la discriminación de homosexuales, existe un
movimiento que avanza hacia el abolicionismo del sistema penal y de la
cárcel." Para eso es necesario "fabricar palabras para ir creando
conciencia y para hacer ver que ni la cárcel ni el sistema penal sirven para
solucionar los conflictos".
23/11/06
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